miércoles, 4 de septiembre de 2013

A una feminista que vive junto al mar

Les hijes,estes... Me ha parecido maravilloso la manera de conseguir un neutro compañera. El tema del lenguaje me parece uno de los ejes fundamentales sobre los que se sustenta el patriarcado. Cuanto más machista es una sociedad, más machista es su lenguaje. El castellano, idioma del que me sentía muy orgullosa por su versatilidad, su riqueza, la lengua de Cervantes..., no tiene neutros para muchísimas palabras. A veces me vuelvo loca buscando una palabra que no sea el masculino genérico que, dicho ahora y viene mucho al caso, es violencia simbólica en estado puro.


Pero de todo esto no me daba cuenta hasta hace un año y medio, cuando comencé el máster. Antes hablaba de mí en masculino, como el resto de mujeres, y no me extrañaba. Me invisibilizaba. Lo invisible no existe. Y lo que no existe no importa. Eso es lo que somos las mujeres en el patriarcado.

Desde que empecé el año pasado ya jamás he vuelto a decir mis padres, pero tampoco hay una palabra que defina madre y padre. Mamás, me dicen desde el 15m. Pero eso serán ahora las parejas lesbianas que decidan ser eso mismo: madres. Y padres se quedará, por supuesto, para los gays que decidan ser ¡padres!

Yo no puedo hacer culpables, ni siquiera responsables, a las mujeres de nada. Es como culpabilizar a una esclava o a una mujer violada porque llevaba la falda demasiado corta. Sinceramente, no puedo. El patriarcado nos tiene tan sujetas, atrapadas, encarceladas, ejerce violencia (simbólica o física) sobre nosotras cada día a cada instante. La simbólica, totalmente de acuerdo contigo. Esa violencia que no sabes por qué pero te sientes mal. Te encuentras molesta. Ya se trate de una imagen, un anuncio, un comentario de tu pareja, una mirada en el metro... Y es como si te clavasen una estaca en el pecho. Te sientes sucia, desprotegida, sola, incomprendida, menos, te consiguen hacer sentir menos... Porque ya has intentado explicar alguna vez a varones e incluso mujeres, cómo te sientes ante determinadas situaciones, y lo único que te dicen es que estás siempre llevando la contraria, que ya estás con lo mismo, y que el mundo, te guste o no, es así. De eso se trata la violencia simbólica. Por eso es tan peligrosa y por eso estoy contigo. Es muy “el malestar sin nombre” de Betty Friedan… No sabes qué pasa ni por qué pasa, pero algo sucede.

Es cierto que el patriarcado se desarrolla y perdura porque nosotras lo desarrollamos y hacemos que perdure... ¿Cuántas mujeres no se han planteado que la cuestión del orden de los apellidos de sus criaturas es imposición patriarcal, es violencia contra las mujeres? Porque a mí me dicen que si siempre ha sido así qué más me da. ¿Cuántas mujeres no se han planteado aquello de ser seres para sí en vez de seres en relación con/a? ¿Cuántas mujeres maltratadas por sus parejas no han pensado mi marido me pega lo normal? ¿A cuántas de nosotras nos horrorizan los anuncios en los que se trata a la mujer como mero objeto sexual, en los que se exaltan lo valores de la fuerza y la agresión viriles? Bien pocas. Las feministas. Las denostadas y perseguidas feministas. Porque el feminismo es muy radical, ya estáis con lo de siempre, que más queréis si ya tenéis igualdad… El discurso del patriarcado que, cuando lo reproduce una mujer, me entran ganas de llorar. Llorar de ira de rabia y de impotencia. Más violencia simbólica.


Pero esta es sólo mi opinión. Aunque también me encuentro algo confusa porque, ¿de qué manera podemos acercarnos a las mujeres?



Oceánico. Venta aquí.


...El primer contacto con una feminista que vive junto al mar con la que comparto sueños, ideas y proyectos. Allá por noviembre de 2012.


"No se puede hablar de igualdad de género sin interesarse por la cuestión del lenguaje"

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