domingo, 1 de septiembre de 2013

Fin ¿?

Ya no aguanto más. Fin. Esto se ha terminado, ¿te parece? Me parece. Espera... ¿No podemos hablar? Me ha pillado de sopetón... Hablar. Llevas una semana sin dirigirme la palabra, contestando con monosílabos, cuando lo haces, sin mirarme o mirándome con odio, insultándome. Me he callado para no discutir. No me vengas ahora con eso. Me estabas castigando. Es algo normal en ti, en muchos. Impones el silencio desde que tú quieres hasta cuando tú decidas. Silencio que implica no hablar, no responder, no dar explicaciones, no dialogar por imposición unilateral, la tuya. No te he hablado porque tú... No. No me vengas con excusas. Es inaceptable e inadmisible dejar de hablar a la pareja durante días bajo ningún concepto.

¿Sabes? Se llama maltrato. Es maltrato. De las formas veladas de ejercer ese derecho a hacer lo que os de la gana con nosotras. De volvernos locas. Sólo quien ostenta el poder tiene la capacidad de no dirigir la palabra, de no dar explicaciones, de intimidar con la mirada. Volvernos locas, sí. Llevo una semana entera inventando maneras de sacarte una sonrisa, dos palabras seguidas, siempre detrás tuyo por si en algún momento se te ha pasado. Y eso, cansa, agota. Agota hasta volverme loca. Tu silencio se me clava. Me azota. Y lloro. Lloro por dentro y lloro por fuera. Tiemblo y quiero volver a dormir. Me tiemblan las manos, me tiemblan las piernas. Solo quiero gritar. Gritar que ya no puedo más.
Tiovivo


El ir, el venir, el ir otra vez y de nuevo venir. La palabra en la boca. Ahora no. Comenzar una conversación cuando quieras y terminarla en cuanto quieras. Sin pensar en nadie más que en ti. Ya he dicho lo que tenía que decir. Impotencia. Rabia.

Y luego viene el no se me da bien hablar. Pues empieza. Ya verás que con la práctica todo fluye. Pero es mejor el misterio, el tener que adivinar. El no decir para no saber y no mostrarse. Estoy harta. Más que harta. O no decir para no admitir que estás bien así. O silencio porque te quedas sin argumentos y ves que pierdes... Ganar, perder, todo en esos términos. Siempre igual. Siempre de la misma manera. Estoy muy cansada y muy harta. O esos ¡no me presiones!, lo hago como quiero, siempre tiene que ser a tu manera, te he dicho que me dejes en paz... Y luego más silencio con más caras de muerto, con monosílabos mirando al infinito o miradas de odio con algún que otro insulto... No. No aguanto ni uno solo más.

...

No puedo seguir siendo así. Lo siento. Te pido perdón. siento haberte hecho daño. Mi actitud no es normal... Intento huir de los conflictos. Creo que no me quiero nada. Antes me comía el mundo y ahora... Tengo que hacer algo.

...

(Alegre, ella le dedica mil palabras de ánimo. ¡Va a cambiar! Oh, que tierno, dice que no se quiere... Le voy a ayudar en todo lo que pueda. Le da nombres, sitios donde puede acudir, le habla de socialización, de bla bla bla...)

...

Piano, piano.

(Para en seco... De crisis, piensa, estos son los de crisis. Promesas, reconocimiento de errores, ser atento. Ya cambiará... cuando quiera cambiar... si es que quiere cambiar... piano, piano. Calla. Cambia de tema. Ahora no es el momento. Solo escribe y calla.)


No hay comentarios:

Publicar un comentario