lunes, 9 de septiembre de 2013

Hasta enterraros en el mar

paseando ayer con odín por las fiestas de mi barrio. ocho y media de la tarde. voy por el parque y se me ocurre centrar la vista en una pegatina que hay en un poste de la luz. pegatina con simbología fascista. hace meses, en plena redacción de mi trabajo de fin de máster, conclusioné (si la RAE define como le da la gana yo invento como me da la gana) que jamás permitiría una acción fascista cerca de mí. aunque me costase dos hostias.

me acerco y la quito. a mi espalda escucho: te molesta la pegatina? uf, me digo, vamos a tener jarana y yo sin el dni. me doy la vuelta, cara de me importa una mierda lo que digas, quitaré esta y todas las que me encuentre de aquí a mi casa. sí, respondo. sigo mirando mientras ando. pues a mi no me molesta, por qué la has quitado... algo así como libertad de expresión. un facha hablando de libertad de expresión... claro, la suya. debe ser.

a esas alturas ya había girado mi cabeza, erguido la espalda y hacía una bola con la pegatina en la mano izquierda. no le contesté que de qué libertad de expresión me estaba hablando, ni de que era un facha de mierda que seguro no conoce la historia. pensaba en que bien podría ser harry el sucio y llevar una colt en la pantorrilla, o la prota de you're the next... para reventarle la cabeza y un gilipollas menos en el mundo. pero no.

seguí andando mientras él decía más cosas de a mí sí me gusta. de repente, un adulto dijo algo así como: shhhhhhhhhhhhhh shhhhhhhhhhhhh... el chaval paró la retahíla de gilipolleces. seguí andando. antes de llegar a casa quité otra pegatina. asco de fachas.

a ver cuando terminamos lo que nuestras abuelas y abuelos, nuestras bisabuelas y bisabuelos comenzaron.



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