miércoles, 11 de septiembre de 2013

Impresiones

 ...Para este apartado voy a recoger la experiencia de la grabación de la última entrevista que realicé.  Es la que corresponde al 20 de junio. He notado progresos tanto en mi actitud, más abierta y serena, como en mis aptitudes. Me he sentido plenamente capacitada para dirigirla de manera correcta, profesional. He obtenido la información que buscaba, siempre desde una perspectiva de género, con una metodología feminista, consiguiendo que la mujer entrevistada se sintiese cómoda, tranquila y relajada.

Esta entrevista la iba a realizar otra compañera del equipo. Debido al trabajo y otras cuestiones de índole personal, el martes 18 nos comunicó que le era imposible acudir. Como nos citamos por la mañana tan sólo yo podía realizarla, así que preparé y estudié el guión. Éramos la directora, la compañera entrevistada y yo. Quedamos a las diez en el metro de Casa de Campo. La compañera tenía libres un par de horas, hasta que recogiera a la niña que cuida del colegio, en Pozuelo. Rodamos entre los pinos y bajo su sombra. Cantaban los pájaros.


Quería realizar una buena entrevista. Para ello debería ser humilde, no dar nada por hecho, dejar hablar sin interrumpir, guiar la conversación para que la perspectiva de género no se diluyese entre anécdotas. Era una oportunidad de poner en práctica lo que he aprendido, tanto en el máster como en las anteriores sesiones. Para la elaboración del TFM consulté varios manuales, ya que se trataba de una investigación cualitativa, con lo que releí las anotaciones. También la parte introductoria de mi “Vida en la Memoria”, De memorias acalladas, olvidos intencionados e invenciones consensuadas. ¿El motivo? Porque en este proyecto también “incluimos el “género” como categoría de análisis, dejando aparcado el término “sexo” que alude a determinismos biológicos,” desterrando “la visión de las mujeres como víctimas sumisas del patriarcado incidiendo en qué papeles desempeñan las mujeres, cómo los desempeñan y de qué manera construyen su cultura. Es decir, posicionar a las mujeres como sujetos activos de la historia. Visibilizarlas como sujetos sociales equiparándolas a los sujetos sociales varones. Necesitamos analizar, además de la variable género, la variable clase social. La interseccionalidad de género y clase social, como discriminaciones que se suman, no excluyentes, que se retroalimentan, aportará el enfoque con que queremos abordar la investigación. A tener en cuenta la socialización de género a la hora de dividir funciones y espacios definidos de manera retorcida excusándose en diferencias biológicas. Es decir, a tener en cuenta el orden patriarcal y capitalista donde, en palabras de Germaine Greer (2004, p.32) “las mujeres son el verdadero proletariado, la mayoría verdaderamente oprimida. Las mujeres como actrices sociales con ideas y deseos propios, que se movilizaron para conseguirlos.”” (p.8-10). En este caso, que se movilizan para conseguirlos. Ideas y deseos de libertad. De encontrar un lugar en el mundo alejado de la alteridad jerárquicamente construida.



Género, su visión del mundo como mujer, no como integrante de una cultura que hay que acatar por cuestiones geográficas. Querer en lugar de deber ser. Sentir en lugar de acatar. La entrevista se prolongó durante una hora y cincuenta minutos, lo justo para no divagar ni cansar a la entrevistada. Tiene una hija de seis años y responde que sí, que quiere que su hija crezca en su país, porque es su país, dice. Pero voy tirando del hilo… ¿Te gusta entonces cómo te han tratado en tu país? La respuesta es negativa. ¿Te parece bien que a las mujeres se las encierre en casa por el mero hecho de ser mujeres? La respuesta es negativa. ¿Qué tareas domésticas realizaban tus hermanos? Ninguna, eso son cosas de mujeres. Y cuando las realizabas tú, ¿qué hacían ellos? Jugar, jugar en la calle, fuera. ¿Cómo te sentías al verlo? ¿Cómo te sientes ahora? ¿Ves justo que eso se repita con tu hija? ¿Tu hija ha de cumplir con los preceptos culturales que a ti no te gustan para ti? Poco a poco se iba tejiendo la tela violeta. La directora del documental que hacía las labores de cámara, preguntaba también, de vez en cuando. Se creó un ambiente especial. Aquí encaja aquello de el total es más que la suma de las partes. Tres mujeres hablando, preguntando, preguntándose y respondiendo, respondiéndose. Y cada respuesta creaba preguntas nuevas. Y cada pregunta añadía un intenso tono violeta que la respuesta se encargaba de contrastar.

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