domingo, 1 de septiembre de 2013

No son diferentes al resto

Con este nombre me estoy refiriendo a aquellos hombres que han recapacitado. A aquellos que han visto la jugada y le han plantado, le plantan cada día cara al patriarcado y al actual estado de cosas. A esos hombres que han renunciado a seguir en su posición predominante otorgada por el rol de masculino hegemónico para compartir con otros modelos de masculinidad y con nosotras, las mujeres, sus compañeras. Si ellos han podido y pueden, se puede. Como dijo Lenin: Hemos empezado nosotros. No importa dónde, cuándo ni qué trabajadores o en qué país sean los que finalicen este proceso; lo verdaderamente importante es que se ha roto el hielo, se ha trazado la senda, el camino está libre.

No debe ser fácil compartir cuando se está en lo más alto. Cuando te han educado como la cúspide de la pirámide. Cuando te han inculcado que eso, las atenciones, los cuidados, las labores domésticas, la crianza de la prole, son cosas de mujeres sin importancia. Que tú estás hecho para aspiraciones más elevadas, para ser el número uno, no para limpiar cacharros ni hacer listas de la compra.

¿Qué es ser un hombre? Exactamente lo mismo que ser una mujer. Es una idea. Somos, ante todo, personas. Cada una con nuestras particularidades, con nuestros pensamientos… Si hay hombres que se han bajado de ese tren llamado masculino hegemónico y se han subido al de la igualdad, es que se puede. Y la igualdad no es eso que muchos y muchas dicen que ya existe… La igualdad es valorar a cada persona por ella misma, ayudarla para que se realice como tal, aceptarla con sus ventajas y sus limitaciones…, más allá del género que se le asigna por el sexo con el que ha nacido.

En el Estado Español además el caso es más peliagudo por el machismo de sus tradiciones, de su ideología, del entender las funciones de cada sexo… No en vano existe la expresión “macho ibérico”, que no es otra cosa que el hombre de las cavernas con la capacidad de hablar. Luchar contra eso es arduo y difícil, ya que se tienen que poner en entredicho tradiciones ancestrales demasiado arraigadas en el imaginario colectivo.

He leído un artículo que recomiendodonde, entre otros, se habla de los hombres que se responsabilizan y disfrutan de su paternidad. Paternidad entendida como crianza, cuidado, atención… Con unos servicios públicos que favorecen y facilitan tanto la maternidad como la paternidad bien entendida. Guarderías en las universidades a precios populares, leyes que protegen a las mujeres que quieren ser madres, a las madres, a su criaturas… Un buen estado del bienestar y una población educada en igualdad de derechos y obligaciones más allá de distinciones por razón de sexo.

Por lo tanto, uno de los problemas reside en la educación que se está dando a la ciudadanía en general (recordando que el actual gobierno ha eliminado la asignatura de educación para la ciudadanía mientras mantiene y fomenta la religión en las aulas que computa para la nota general, que hace media vamos), y a los hombres y mujeres en particular.

Me alegra leer y conocer que hay grupos de hombres en el Estado Español que están cambiando esta ideología del macho ibérico. Que haya debate en cuanto a la forma de intervenir, sobre los temas que requieren mayor interés, qué marco favorece mejor la intervención. ¡La igualdad está movilizando a los hombres! Otro revulsivo es el movimiento 15m, desde el que se insta a las prácticas profeministas. Por supuesto que hay reticencias y resistencias incluso en el seno de este movimiento, pero ¿cómo no van a existir si hemos nacido en este sistema que lleva perfeccionándose, autolegitimándose y perpetuándose por más de dos mil años?



Para terminar, una breve reseña al vídeo Un futuro de cuidado. ¿Os imagináis? ¿Os imagináis que fuese verdad? ¿Que todas las mujeres nos pusiésemos en huelga de cuidados, de atenciones, de hacer comidas, listas de la compra, que se paralizase el estado? ¿Que se consiguiese la igualdad real y efectiva, que mujeres y varones puntuasen lo mismo, que la crianza fuese cosa de dos, que la corresponsabilidad ni se cuestionase, que tanto ellos como nosotras trabajásemos menos horas fuera de casa para dedicar el resto a labores domésticas y ocio? ¿Que se consiguiese reactivar el estado de bienestar, que acabásemos con el patriarcado? Entonces no hablaríamos ya de capitalismo. Porque el capitalismo necesita de amos y esclavos, o esclavas… Porque el capitalismo no es, ni ha sido nunca, ni será, un sistema que privilegie la igualdad sino todo lo contrario. Porque lo estamos sufriendo en este contexto de crisis. En momentos de bonanza económica, donde hay tarta suficiente para repartir, existen unos buenos servicios públicos, se generan riquezas, el estado del bienestar cumple con la ciudadanía. Pero en momentos de recesión, de crisis (y sabemos que el capitalismo tiene crisis cíclicas para ajustarse y autorregularse) se acabó todo. Se acabaron los servicios públicos, el estado de bienestar se contrae tanto que incluso desaparece, llegan los recortes y las limitaciones. En este estado de cosas, donde hay poco trabajo, donde no hay que repartir, ¿qué sector de la población es el más desfavorecido? ¿A qué sector se hace retornar a su espacio natural? ¿Dónde caen leyes progresistas cargadas de buenas intenciones? Sonrío. Por lo tanto, luchemos unidas, cambiemos el mundo, pero de verdad. No estamos solas.

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