jueves, 26 de diciembre de 2013

Somos agua

Hoy debe ser que estoy prolífica. Algunas mujeres paren su prole, otras la adoptan, otras deciden no tenerla de ninguna manera (y siguen siendo mujeres oiga, e incluso mujeres realizadas... personas), otras decidían cuándo y cómo tenerla y hasta con quien (digo decidían porque fachardón se ha encargado de quitarnos ese derecho y tutelarnos a la antigua usanza como menores de edad que quieren que seamos) y a mí las palabras hoy se me escapan de los dedos plasmándose en este teclado negro como negra es la gata de una personita maravillosa con la que me he vuelto a encontrar casi veinte años de arrugas y flaccideces después. Porque desde que Mango ha decidido así como quien no quiere la cosa, o queriendo demasiado bien, que soy gorda o grande o violet con mi talla 40, veo la vida de otra manera. Toda mi existencia luchando para no volver a ser lo tremendamente gorda que fui desde los 5 hasta que me vino la regla, momento en que me quedé tipo tallarín, y ahora resulta que soy, o estoy, o el verbo to be grosso modo y sin rodeos, gorda. O grande. O talla especial. A lo que vamos: gorda. Pues mira tú que bien.
 
Se me acaba de venir a la cabeza una imagen de mi bombón preguntándome cuántos ingresos he tenido este año. Juro que estoy poniendo una de las caras que llevaron al Capitán Espárrago a la candidatura de los óscares. Para ver si le compensa o no ingresar pasta en mi plan de pensiones (ese en el que ingreso cada año 50 euros allá por estas fechas sólo para volverle loco buscando la casilla correspondiente en el programa padre). Cari, se me acabó el paro el 9 de enero... Saca la calculadora científica con anexos porque no se yo si va a dar.
 
Y hablando de nueves de enero. -El 9 es mi número. ¿Y por qué?, se puede preguntar y se pregunta o no. Lo voy a decir, así que da lo mismo. Con el juego ese de sumar los números de la fecha de nacimiento y reducirlos a una cifra. Los míos dan 9. Como 9 fue la nota que me pusieron en mi maravilloso trabajo de fín de máster. Que deberían haberme puesto un 10... Pero ni la vida es perfecta ni los cuadrados círculos. Esto no es un trabajo de fín de máster, es un libro. Lo sé, y para libro que va. Tralarí, tralará.- Y hablando de nueves de enero que ya he dicho que hoy esto es un no parar. Un 9 de enero de 2009 (otro 9), ese maravilloso banco color melocotón situado en Rozas, Las que se vanagloria de ser estupendístico y súper chachi, se enteró por un mail enviado a recursos inhumanos de puño y teclado de una empleada pelirroja natural, que tanto mi bombón como yo estábamos organizando la candidatura para convocar elecciones sindicales. Es raro, cierto, pero en ese maravilloso y melocotonado banco no había comité de empresa... Por la mañana reciben el correo, por la tarde me despiden. A nadie importó que estuviera nevando ni que hiciese frío. Él lloró. Vino a abrazarme. Vamos a salir adelante, me dijo. Nevaba.Y aquí seguimos. Porque somos agua.
 
Comentaba con un amigo que en el momento que en un trabajo se acercan a tu puesto y te sueltan bajito, para que nadie más se entere: recoge tus cosas y acompáñame, somos incapaces de hacer otra cosa que recoger nuestras cosas y acompañar a quien sea a una sala de recursos inhumanos..., como las ovejas de Clarice Starling. Una posibilidad es salir corriendo. Eso es lo que hizo mi bombón el lunes siguiente, salir corriendo cuando escuchó la frase: no sé qué es lo que habéis hecho, recoge tus cosas y acompáñame. Me llamó desde la calle. Ganamos tiempo. El banco se hizo con dos candidaturas, la amarillísima propia y la amarilla del otro sindicato mayoritario que vio la tarta de tres pisos y merengue holandés que le habíamos dejado. Hicieron todo lo posible para que nuestra candidatura no saliese... Y no salió. Y luego me vienen los típicos gilipollas que te dicen que hay que votar a la derecha porque es el partido de las empresas y hay que beneficiarlas para que creen puestos de trabajo. No les sueltas una hostia porque te han civilizado de pequeña, pero vamos, que es para soltarle que menos mal que el aborto estaba prohibido cuando sus madres se embarazaron. Coño, como ahora.
 
 
Han pasado los años, mil trabajos basura, por no escribir de mierda, o sí: de mierda, bestias inmundas que ocupan cargos de secretarías generales en segundas plantas del sindicato de mis antepasados. Algún día entraremos en nuestra casa, la casa del pueblo, y os sacaremos a latigazos.
 
Lo digo. Que parece que exteriorizando los interiores se quita hierro a los asuntos y se ve todo con mayor claridad. A veces resulta que ni siquiera había molinos... Esta mañan he hecho una entrevista de trabajo y el lunes empiezo. ¿De qué? De teleoperadora. ¿Para quién? Lo mejorcito: para el mismo banco donde empecé a trabajar un 2 de diciembre de 2002 pero desde otra empresa. La cuadratura del círculo, el no va más... Efectivamente, de eso de lo que huía cuando empecé el máster. Eso que me avergüenza de tal manera que directamente no lo digo. Pero hoy sí. Porque ya está bien. Éramos cuatro. En la entrevista éramos cuatro. Empiezo a contarle mi curriculum... ¿Y por qué te fuiste de Melocoton Bank? Vamos a ver, ¿le cuento la verdad o que me cambié de casa y, como me gusta trabajar cerca de donde vivo busqué otro trabajo? Almas cándidas... Qué le voy a decir. Pues lo que quieren oir.
 
Llaman a las horas. Que soy chachi para el puesto y que si estoy preparada para la prueba telefónica... Una simulación de venta. P'abernos matao... Me pongo a hacer el paripé. Excelencia telefónica, rebatir objeciones... El lunes empiezas. Dos semanas por la patilla de curso de formación y si la paso se cobran a 11 euros cada uno de esos 10 días en concepto de dietas. Luego, convenio de telemárketing o contact center, o vaya la patronal que bien se lo ha montado con este convenio catastrófico de explotación sin mesura. Aún así, te encuentras a compañeras que votan al pp y viven en Leganés y en campaña electoral vienen con su banderita azul todo risas y todo "la hostia que te metería... la hostia que te metía, la hostia que tienes, chata." Pero haces que miras a la pantalla y prefieres rebatir objeciones en estéreo a estamparle una silla en la cabeza porque si voy a ir a la cárcel, que sea por tirar piedras contra el camión cisterna que nos ha regalado el gobierno por navidad o por cagarme en cada célula que pulula por el cuerpo de esos cuerpos de defensa y seguridad del Estado. Y por tirarles piedras también, ya que estamos.
 
De nuevo y desde el corazón: feliz navidad.
 
 
 

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