domingo, 9 de febrero de 2014

Podemos, debemos y vamos a conseguirlo

¿Por qué me he levantado esta mañana, he desayunado mientras veía por la ventana caer mares del cielo, he hecho como que olvidaba el dolor de riñones, veintisiete días después, y me he acercado al cine Palafox? Única y exclusivamente porque iba a intervenir Beatriz Gimeno. No creo en los personalismos ni en los líderes mesiánicos, ya me caí una vez y costó bastante levantarme. No creo en los populismos ni en fórmulas refritas con aceites de los que ya he bebido. Ni somos los de abajo, ni vamos por los de arriba. Si lo leemos rapidito y sin pararnos a pensar hasta puede parecer revolucionario. Pero cuando conocemos un poquito nuestra historia, y no porque nos la hayan querido enseñar aquellos del pacto de silencio sino porque hemos acudido a las fuentes, nos rechina todo. No somos los de abajo. Para empezar, no me considero miembro de ningún grupo que ni siquiera es capaz de nombrarme. Somos personas de izquierdas. Y feministas. El feminismo como un eje transversal que lo traspasa todo. Porque sin feminismo no hay nada.

Llego al cine a las doce y cinco y la sala principal ya estaba llena. Eso está bien. Una asistencia de mil doscientas personas, leo luego. Vídeo de presentación. Las gafas. Son las gafas violetas las que me hacen observar crítica y audazmente. Varias mujeres, varios varones. Hablan. Dicen. Al final, una serie de personas, una a una, y una por toma, pronuncian esa palabra que remueve conciencias: podemos. Una, dos, tres, cuatro, cinco…, diez. Diez personas, tres mujeres y siete varones. No somos el 30% de ninguna población ni ellos constituyen el 70% de ninguna otra. Mas en cuestiones de visibilidad, de ocupar el espacio, de representaciones, la cosa cambia. Las mujeres nos movemos entre el 20 y ese 30%. Y luego, los más avispados, dicen que lo estamos ocupando todo. ¡Las mujeres nos invaden! Pero parece lo normal. Porque la infrarrepresentación de las mujeres, la única mayoría social tomada, estudiada y comprendida como minoría, se percibe como algo normal. Y cuando nos visibilizamos, aunque sea un poquito y de dos en dos, parecemos multitud.

Al principio interviene una persona con discapacidad, varón, en cuyo discurso recuerda que es necesario sacar a la calle a todas esas personas que han sido encerradas en sus casas. Encerradas no con pistolas, sino con leyes, o con ausencia de ellas, con tijeretazos, mermando la autoestima, la percepción gris y vacía. Menciona a las personas con discapacidad…, a las mujeres.

El cartel de las personas que intervienen parece equilibrado: 9 personas: 4 mujeres y 5 varones. Comento con una amistad que una de las intervinientes, compañera de la Marea Blanca, me ha gustado. Iba a ir yo, responde, pero pidieron una hembra. Parece resentido. Cuestión de visibilidad, respondo. No entiende. No sigo. El wassap no da para mucho en lo que a discusiones se refiere. Yo sí quiero ver a mujeres que hablan, que se defienden, que se comen los miedos y los temores, que se comportan de manera masculina, es decir, ocupando el espacio público. Ocupándolo y haciendo uso de él. Porque son un ejemplo, el ejemplo que necesitamos tantas mujeres para salir de casa, para opinar en voz alta, para decir no o sí, pero decir. Para perder el miedo, el esto es una tontería mejor me callo, el es que él habla mejor que yo. Para salir del silencio, de lo invisible, de lo que no cuenta, de la biología, de los cuidados, de la casa y del carro de la compra. Para salir de la impotencia, de la ira y del rencor. Para encontrarnos como personas. Para construirnos primero como personas. Para todo esto es necesario, urgente e imprescindible que las mujeres encontremos referentes a los que mirar y en los que sentirnos identificadas.

Minuto 51:05. Beatriz Gimeno. Uno de esos referentes… Deja la muleta en el suelo. Comienza a hablar. Y mientras habla, empodera. La primera vez que la vi, que la escuché, no conocía su nombre ni quien era… Mi infancia feminista… Vino a darnos una clase al máster. Era octubre de 2011. Imprescindible, como imprescindible han sido hoy sus palabras. Palabras medidas, concisas, exactas. Palabras para no dar lugar a errores ni otras interpretaciones. Porque igualdad no es sólo decir nosotras y nosotros, aunque resulte imprescindible. Nosotras y nosotros. En orden alfabético. Femenino y masculino. ¿Cuesta pensarlo así verdad? Dar la vuelta y que nosotras no pendamos, dependamos, surjamos de y por vosotros. Porque el masculino no se crea, el masculino es y el femenino deriva de él como niña deriva de niño, cambiando la o masculina por la a femenina. Pero aquí todos defendemos ya la igualdad, el yo ayudo en casa, el artículo 14 y los convenios colectivos.

Comienza ya metiendo caña, por supuesto, caña feminista. Ponentes anteriores mencionaron diferentes mareas pero la violeta no, la violeta nunca. Que los sectores más reaccionarios del patriarcado, encabezados por el ministro de las injusticias, pretendan arrancarnos un derecho fundamental, devolvernos a la minoría de edad, a la irresponsabilidad, a la invisibilidad, al tutelaje, a la maternidad obligatoria, al miedo a una sexualidad sana, plena y placentera, que pretendan expropiarnos el cuerpo, las vidas y el pensamiento, eso deben ser cosas de mujeres. Y las cosas de mujeres no venden, se pasan por alto, no cuentan, aunque seamos la mitad de la población. Esta panda de locas, feas, solteronas y lesbianas que no se depilan. Las feministas.

Continua recordando lo que considera cuestiones básicas, como que el patriarcado es un sistema de dominación que saca milenios de ventaja al neoliberalismo, que oprime a la mitad de la población y otorga privilegios a la otra mitad, que pasa por natural y por eso es tan difícil identificarlo, arrancarlo del código genético y desterrarlo al cajón de los virus. Y que por eso es imprescindible incorporar la teoría feminista a cualquier movimiento que se pretenda liberador y que se diga antisistema capitalista. Porque si no incorporamos el feminismo, visibilizando y combatiendo el patriarcado (primero el que llevamos dentro, bien naturalizado), cualquier sociedad que construyamos seguirá siendo un sistema de dominación. Y yo tampoco quiero eso.

Jairo Vargas

“Aquí está la marea violeta que algunos se han olvidado y que creo que es necesario mencionar que estuvimos ayer en la calle luchando contra la ley Gallardón y estuvimos también el 1 de febrero para luchar porque no nos expropien también el cuerpo… Compañeras me decían: dales caña que hace falta. La verdad es que es duro dar caña a los tuyos pero es el sino de algunas y ahí estamos… Yo simplemente voy a recordar algunas cosas básicas. Vivimos inmersos no sólo en un sistema de dominación como es el neoliberalismo, el capitalismo en esta fase neoliberal, sino que hay otro sistema de dominación invisible por lo general que es el patriarcado y que se clava en nuestras vidas, en las vidas de las mujeres al menos, la mitad de la población, de una manera exactamente igual de dolorosa que ahora se lo está clavando el neoliberalismo. Y recordar que ambos sistemas se unen, se retroalimentan, se hacen fuertes el uno al otro, que uno está con nosotros desde hace pocos siglos pero que el otro está desde el comienzo de la historia. Hay que combatir el patriarcado con la misma intensidad con que combatimos el neoliberalismo. Que combatir el patriarcado no es solo decir nosotras y nosotros que es imprescindible y no sólo decir que somos iguales que eso ya parece que lo dice, incluso que lo sabe todo el mundo, se trata de incorporar la teoría crítica, que explica cómo es el patriarcado, cómo se combate, cómo se mantiene, que es el feminismo. Incorporar a todos los discursos políticos a la metodología el feminismo. Se dice del patriarcado que es el sistema de dominación más perfecto que hay porque se encardina en nuestras subjetividades, se hace uno con nosotros, y también con nosotras, y verlo, echarlo fuera de nuestras vidas es especialmente difícil. Requiere un trabajo personal que no todo el mundo quiere o puede hacer. Es perfecto porque se confunde con la naturaleza y el capitalismo y otros sistemas de dominación también aspiran a confundirse con la naturaleza, con lo que es natural. Aprenden del patriarcado. Es perfecto especialmente porque cuesta mucho verlo y además no todo el mundo quiere verlo. El capitalismo, cuando aprieta el acelerador, destroza las vidas del 90, del 99% de la población. El patriarcado sólo se lleva por delante las vidas de la mitad de la población y en la misma medida concede privilegios a la otra mitad que son los hombres. Es literalmente cierto que el hombre más pobre y más desposeído del planeta tiene una mujer que es más pobre y más desposeída que él mismo… Cuando vivíamos en las vacas gordas, nosotras ya éramos precarias, nosotras ya teníamos sueldos de miseria, nosotras estábamos ocupando la economía sumergida, el subempleo. Nosotras llevamos siglos en crisis y cuando ahora las leyes represivas restringen nuestras libertades para nosotras, para muchas de nosotras y cuantitativamente para la mayor parte de las mujeres del mundo su casa es su cárcel y ya nos mataban y ya nos maltrataban. El neoliberalismo tiene su propia política sexual y está apretando el acelerador de su política sexual porque el neoliberalismo necesita de una política sexual. El neoliberalismo necesita que esta política sexual sea fuerte, porque cuando todo se tambalea, cuando todo es frágil, cuando todo la gente empieza a pensar que no tiene nada los hombres siempre pueden pensar que al menos tienen su masculinidad inexpugnable que sienten fuerte. Decía Josep-Vincent Marqués que ser hombre es ser importante y que ser mujer es ser para otros. Pues ese ser importante, ese valor que los hombres se conceden, se levanta sobre nuestro desvalor. Y por tanto creo que combatir la política sexual del neoliberalismo es tan importante como combatir el neoliberalismo porque si no lo único que haremos será crear otro sistema de dominación y creo que no queremos eso.”  Beatriz Gimeno

2 comentarios:

  1. Como solemos decir''la revolución sera feminista o no sera'',Sin nosotras el cambio no es posible.Yo también me emocione con las palabras de Beatriz. Muy buena la entrada a tu blog.

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