viernes, 31 de octubre de 2014

Piropear a una desconocida por la calle sí es una agresión

Llevo tiempo con el run run en la cabeza mientras las manos comienzan a moverse solas por el teclado. Es sencillo, me aparto. A otra cosa mariposa y listo. Pero hoy parece que voy a hacerles caso. A mis manos. Estaba comentando un vídeo sobre micromachismos, esas formas veladas de perpetuar el control masculino a la par de volvernos locas. En fin. Un comentario ingenuo -o no tan ingenuo, que ya somos perras viejas y no nos sorprende nada-: ¿pero es machista o micromachista o qué si le digo a una chica lo bien que le queda la falda? Comencemos por el principio. Esa “una chica” es conocida, como puede ser una hermana o una amiga o por el contrario es una desconocida con la que te cruzas por la calle… Porque ahí, queridos míos, reside el quid de la cuestión.


No me llamo nena

Me encanta que mis amistades me digan lo bien que me queda el último corte de pelo o incluso el culazo que me hacen estos pantalones. Están dentro de mi círculo, pertenecemos a la misma manada. Yo también les digo lo que me encantan con esa camiseta de manga larga, la melenaza al viento o lo brad pit que se están poniendo de ir al gimnasio. ¿Problemas en esto? Ninguno. Insisto, pertenecemos al mismo clan.

El problema viene cuando un desconocido expresa exactamente lo mismo por ejemplo, al cruzarse conmigo en la calle, o en el metro, o en la parada del autobús, o en el garito de la otra noche… Y por qué, se puede pensar, no es más que un piropo. En un mundo donde a las mujeres no se nos enseñara desde bien pequeñas a tener miedo de los hombres, quizá. En un mundo donde los hombres fueseis educados en la inviolabilidad del cuerpo y del espacio de las mujeres, quizá. Pero no vivimos en ese mundo.


No me llamo nena

Vivimos en un mundo donde, a los 13 años, cambié el sitio a mi madre en el metro porque un señor estaba frotándose contra mi trasero. Donde, mucho antes, ya me decía mi propio padre que tuviese cuidado con los chicos. “A partir de ahora ten cuidado con los chicos”, ya sabemos todas de lo que estoy hablando, aunque en ese momento ni rediosa de lo que escuchaba. Donde a gritos y entre risas fanfarronas un hombre por la calle insinuaba a mi madre que me cambiaba por una lavadora mientras sus ojos devoraban mi adolescente cuerpo. Mi cuerpo. Eso era yo, un cuerpo… Serían las cinco de la tarde. Donde caminas por la calle más transitada y notas cómo una mirada traspasa tu camiseta para quedarse pegada a tus tetas. Tetas, tetas, tetas. Donde alguna vez en el metro ha sido tan angustiosa la situación, uno o dos varones y yo, nadie más, sus miradas… terror, que me he cambiado de vagón, sudando. Donde al salir de copas es normal, normal, que un chico o un grupo de chicos alcoholizados nos lancen gritos en mitad de la calle. Como al ganado. Donde se percibe como una chiquillada que desde un coche un hombre te grite cualquier piropo… de día, de noche, de madrugada… ¿Qué somos, entonces? Meros cuerpos disfrutables… De eso trata la objetualización de las mujeres, de nuestros cuerpos. De cosificarnos, reificarnos, para uso y disfrute de los hombres.

Crecemos con miedo. Miedo desde que somos bien pequeñas. Miedo aprendido, miedo enseñado, miedo. Aún recuerdo, tendía no más de 16 años, una amiga vino llorando a clase de inglés. Mientras la abrazaba, consiguió decir. Me han intentado violar. Un hombre se ha abalanzado sobre mí, he conseguido escapar. Eran las seis de la tarde. Y ese recuerdo permanece grabado a fuego. Desde la adolescencia ya sabemos que no debemos ir solas por la noche, que no debemos volver tarde a casa, que no debemos caminar por sitios solitarios, y muchísimo menos oscuros…


#nomellamonena

O la retahíla de consejos de este buen gobierno para que no nos violen. ¿Dónde, en quién se coloca la responsabilidad de la violación (o del acoso, o de los tocamientos... o de lo que sea)? En nosotras. No salgas sola, no bebas, no tontees con los hombres (ni siquiera con los conocidos, que si despiertas a la bestia ya no hay marcha atrás, que los hombres son así), no utilices sola el ascensor, no pongas tu nombre solo en el buzón, deja las luces encendidas, cuidado con los aparcamientos cerrados, no vistas provocativa… Y si sucede algo, si sucede algo… Con ese vestido, con dos copas de más, caminando por esa acera, tonteando con este o con aquel… Te lo has buscado. Buscona. ¡Puta! Me lo he buscado. Yo he sido la responsable. Buscona. ¡Puta! Algo de todo lo que llevan desde bien pequeña diciéndome, repitiéndome hasta la saciedad, he hecho mal. Es mi culpa. He despertado a la bestia.

Por eso lo identificamos como la cultura de la violación. No queremos decir que todos los hombres sean violadores. Pero no sabemos si ese desconocido que halaga nuestra falda es un buen tipo o no lo es. Debería educarse a los niños, luego adolescentes y finalmente hombres, en el respeto absoluto hacia las mujeres. Leí alguna vez que de la misma manera en nuestra sociedad jamás pensaríamos en el canibalismo por el fuerte estigma que conlleva, habría que educar a los hombres respecto a las mujeres y nuestros cuerpos. Llegar a sentir horror, repudio, asco, vergüenza solo de pensar invadir el espacio de una mujer.


No me llamo nena

Porque piropear a una desconocida por la calle es una agresión. Primero porque nadie ha pedido tu opinión. Segundo porque invades su espacio y su privacidad. Tercero, porque afirma el principio machista de acuerdo al que tú, como hombre, tienes derecho a decirle a una mujer lo que te dé la gana, y ella tiene la obligación de callarse y sonreír, ruborizada, sin responder a tu agresión. Los hombres desconocéis qué es temer las miradas, los piropos, ni subís a los autobuses o al metro pensando dónde os podéis sentar lejos de aquel hombre que no infunde confianza, miedo a que os toquen, a que se restrieguen  contra vuestros cuerpos, no sabéis qué es cuidar la ropa que os ponéis, la manera en que miráis o habláis, cómo os movéis… Todo esto no es más que una vertiente del mismo principio. Ese derecho inalienable, ese principio patriarcal de hacer con nosotras lo que os dé la gana cuando os da la gana. Ahora que lo hemos visibilizado, trabajemos para erradicarlo.

jueves, 30 de octubre de 2014

Pan de espelta

El día que decidí pasarme a la vida vegana, la vida mejor, decidí también elaborar mi propio pan. Ya lo hacía con los bizcochos, pasteles y magdalenas. Ahora ha llegado el momento de incluir el pan. Las galletas también, lo he intentado en varias ocasiones y no me salen... Seguiremos informando. Probando e informando. Cuando cuelgue una receta de galletas con una impresionante foto podréis decir: esta vegana verde lo ha conseguido. De momento, al pan, pan de espelta con esta receta de Velocidad Cuchara.


En mi primera compra vegana no podían faltar harinas ricas, integrales y sanas. La de espelta fue una de las tres con que llené el carro. Y es que la espelta, por su alto contenido en fibra, hidratos de carbono, vitaminas y minerales, es ideal para preparar panes integrales más sanos que los elaborados con harina de trigo. Se recomienda mezclar la harina de espelta con la de trigo para conseguir mejores resultados. Al tener la primera menos gluten, si la utilizamos sola obtendremos panes  y masas excesivamente compactas.




Ingredientes
  • 200 gr de espelta, en grano o en harina
  • 5 gr de mezcla: anisetes, sésamo, eneldo, cañamón...
  • 300 gr harina de trigo
  • 40 gr de levadura fresca
  • 50 gr de aceite
  • 250 gr de agua templada
  • 1 cucharadita de miel, opcional. En casa aún hay miel anterior a la decisión de pasarme a la vida vegana. Cuando la termine... se habrá terminado para siempre.
  • 1 pizca de sal

Preparación
  1. Introduce en el vaso la espelta y los 5 gr de mezcla y tritura 1 minuto velocidad 9.
  2. Incorpora el resto de los ingredientes. Programa 2 minutos, vaso cerrado, velocidad espiga.
  3. Coloca la masa en un molde y deja reposar hasta que doble su volumen. Aproximadamente 30 minutos.
  4. Hornea a 200º, calor arriba y abajo alrededor de 45 minutos.
  5. Prueba la receta y cuéntame que te ha parecido.
Pon semillas por encima si le quieres dar un toque aún más sano...
También puedes dejar que quede duro un trozo para hacer pan rallado. En Thermomix, unos 20 segundos en velocidad progresiva 5-10. Lo puedes aromatizar con ajos y perejil frescos. En la nevera aguanta algunos días, pero lo mejor es congelarlo. Queda suelto y lo usas directamente.







Crema de aceitunas

Si te gustan las aceitunas, ésta es tu receta. Sana, sencilla, y se tarda algo más de un minuto en prepararla. La he encontrado en un libro de cocina yóguica donde explican de manera sencilla la preparación de alimentos vegetarianos. Recetas sanas para la mente, sanas para el cuerpo.



Sigo haciendo cinco comidas al día, vamos, que cada tres o cuatro horas el hambre me invade. Descubrir recetas como esta crema, acompañada de una buena rebanada de pan casero, resulta una excelente merienda o aperitivo.

Lo puedes utilizar como relleno de bocadillo, guarnición de galletas en un bufet frío, sobre pan intregral o adornarla con hojas de berros o perejil... Al gusto.



Los ingredientes son aceitunas rellenas de pimiento, nueces,  pimiento rojo y aceite... ¡Lo vegano puede, y de hecho es, barato y sencillo!

Ingredientes
Para 4-6 personas
  • 20 aceitunas verdes rellenas de pimiento
  • 3 cucharadas de nueces troceadas
  • 1/2 pimiento rojo, sin semillas, picado
  • 2 cucharadas de aceite
Preparación
  1. Reduce todos los ingredientes a un puré espeso en la batidora o en la Thermomix, unos segundos velocidad 5. Todo depende de lo triturado que lo prefieras.
  2. También los puedes picar finamente.
  3. Para una ensalada verde, omite las nueces y el pimiento rojo. Reduce la cantidad de aceite a la mitad y añade 4 cucharadas de perejil fresco picado y 2 cucharadas de tahini.
  4. Si no tienes nueces, las puedes sustituir por otro fruto seco: anacardos, almendras, avellanas...
  5. De cualquier manera, deja reposar una hora antes de servir, los sabores se habrán mezclado y su sabor será delicioso.
  6. Prueba la receta y cuéntame que te ha parecido.


El libro: El libro del yoga y cocina. Alimentos vegetarianos para el cuerpo y la mente. Recetas de los Centros Internacionales de Yoga Sivananda Vedanta



jueves, 23 de octubre de 2014

Pimientos rojos asados


Una de las recomendaciones que he encontrado en estos meses de transición, exploración y descubrimiento es cocinar recetas que ya eran veganas y formaban parte de mi dieta. Para muestra un botón, o estos deliciosos pimientos rojos asados. Aguantan perfectamente en el frigorífico hasta cinco días e incluso los puedes congelar. Una delicia.


Los pimientos morrones, los rojos, son los que debemos utilizar para asar. Son los más carnosos. Además poseen mayor contenido de vitamina C que las naranjas, fortaleciendo así el sistema inmunológico. Contribuye a evitar la anemia ya que la gran presencia de vitamina C ayuda en la absorción del hierro.

El pimiento rojo es muy rico en antioxidantes, impidiendo el desarrollo de células cancerígenas. Ayuda en la absorción del calcio y promueve la producción de colágeno. Alivia los problemas de circulación -esas varices...- y previene hemorragias. Por si fuera poco, desintoxica el intestino, disminuye los gases y estimula el apetito. ¿Sabías que si lo utilizas en infusiones ayudas al sistema respiratorio para combatir el asma, la bronquitis y la sinusitis? ¡Pues ya lo sabes!

Cuando enciendo el horno procuro siempre hacer varias recetas, aprovechando así el calor y la energía utilizada. Puedes asarlos en el horno, manera tradicional, o en el varoma de la Thermomix. Explico las dos recetas y tú eliges.

Sin olvidar una ración para mi madre, ¡los adora!

Ingredientes
  • 4 pimientos rojos morrones grandes. 3 para la preparación en Thermomix.
  • 2 dientes de ajo
  • sal, aceite de oliva virgen extra
Receta tradicional.
  1. Precalienta el horno a 200º calor arriba y abajo. Al introducir los pimientos reducimos a 180º.
  2. Coloca los pimientos en la bandeja y ponla en la ranura central. Dales la vuelta un par de veces. En 30-40 minutos están en su punto.
  3. Envuélvelos por separado, dejando reposar entre 10 y 15 minutos. Así los podrás pelar mejor. El papel de periódico es una buena opción.
  4. Recuerda al pelarlos tener un cuenco con agua cerca. Resulta útil para dejar las semillas y la piel que se pueden pegar en los dedos.
  5. Ya pelados, los abres por la mitad. ¡Cuidado con el jugo! Pon este en un plato. Quita las semillas. Corta el pimiento en tiras y ponlas en una fuente, plato o recipiente donde vayas a guardarlos.
  6. Incorpora los dientes de ajo picados o en láminas, como más rabia te de. Sazona y cubre con aceite de oliva.
  7. Prueba la receta y dime qué te ha parecido.
Thermomix
  1. Limpia los pimientos de semillas y nervios.
  2. Envuélvelos en film transparente o bien introdúcelos en una bolsa de asar.
  3. Colócalos en el recipiente varoma sin la bandeja central. Tapa.
  4. Vierte en el vaso 1.5 litros de agua.
  5. Pon el varoma en su posición y programa 30 min., temp. varoma, vel. 2.
  6. Con cuidado de no quemarte con el vapor, abre el varoma y da la vuelta a los pimientos. Programa de nuevo 30 min, temp. varoma, vel. 2.
  7. Deja reposar fuera del varoma hasta que templen, y los desenvuelves.
  8. Recuerda al pelarlos tener un cuenco con agua cerca. Resulta útil para dejar las semillas y la piel que se pueden pegar en los dedos.
  9. Ya pelados, los abres por la mitad. ¡Cuidado con el jugo! Pon este en un plato. Quita las semillas. Corta el pimiento en tiras y ponlas en una fuente, plato o recipiente donde vayas a guardarlos.
  10. Incorpora los dientes de ajo picados o en láminas, como más rabia te de. Sazona y cubre con aceite de oliva.
  11. Prueba la receta y dime qué te ha parecido.


miércoles, 22 de octubre de 2014

Zumo antioxidante de manzana y ciruela

Cada mañana preparo un zumo de diferentes frutas. Tengo para dos vasos grandes, con lo que las tres raciones de fruta diarias que necesito quedan cubiertas. Además, secreto, no soy muy fan de la fruta y la verdura... siendo en zumo la manera más sencilla, rápida y cómoda de tomarlas sin rechistar. Si le queremos dar el toque romanticón, llenan las mañanas de color...



Esta vez ha sido el turno de las manzanas y ciruelas que el otro día me dio mi madre. Como sabía que se podrían eternizar en el frigorífico, han ido derechas al vaso de la thermomix. En dos minutos, la vitamina hecha líquido.

Comenzamos por la manzana, siendo una de las frutas más completas y enriquecedoras, con un 85% de agua, ¡la fruta por excelencia! Rica en fibra y potasio, discreta en vitaminas E y C. Encontramos la gran mayoría desde septiembre hasta junio. A pesar de acceder a alrededor de una decena en el mercado, existen más de mil variedades de manzana. ¡Mas de mil!

Y las ciruelas, con propiedades laxantes, antitusivas, expectorantes, antianémicas y reguladoras del intestino -por su alto contenido en hierro y fibra, respectivamente-. Para este batido he utilizado ciruelas naturales, pero sabed que las pasas tienen más propiedades nutritivas ya que aumentan por el proceso de secado. El agua disminuye y los componentes naturales se concentran más.

Ambos tipos de ciruela tienen poca grasa a la vez que aportan gran valor calórico por los hidratos de carbono. Al mantenerse más tiempo en el organismo, aportan energía más aprovechable. Además, es rica en potasio. Esto hace que contribuya a la eliminación de líquidos -ya sabéis quienes sufrís la retención de líquidos, ¡más ciruelas!-, y protege contra problemas cardiovasculares.

Las semillas de amapola dan ese toque silvestre. Como el resto de semillas, son alimentos fáciles de ingerir y asimilar por el organismo. Las de amapola, además, tienen un efecto calmante de los nervios. Gran fuente de calcio, alto contenido en hierro y vitamina A con efecto antioxidante y protector de la piel y el cabello.

Para endulzar, nada mejor que un dátil. Aportan gran variedad de minerales como el hierro y el magnesio, y también vitaminas en su mayor parte del grupo A y B.

El vaso que resta lo dejo para la merienda, mientras leo, trabajo... Sin enterarme siquiera lleno mi cuerpo de dulces vitaminas y minerales. ¡No hay excusa para remolonear y no prepararse un buen zumo!


También te puede interesar:
Batido antioxidante de granada












domingo, 19 de octubre de 2014

Batido antioxidante de granada

¡Buenas tardes de domingo! Receta rica y sencilla para un día de otoño perfecto. Respetando las normas de consumir frutas y verduras de temporada, he preparado un riquísimo batido (o smoothie) de granada, fruta típica del otoño, con semillas de amapola. Aguanta perfectamente un par de días en el frigorífico. Entre sus propiedades destaca su gran poder antioxidante e incluso ¡como potenciadora del deseo sexual!


Podemos encontrarlas desde mediados de septiembre, aunque es mejor esperar hasta entrado el otoño. Sus granos están en el punto perfecto de maduración, que dura hasta finales de enero. Cómpralas gordotas y de buen peso, con color vivo y matices marrones.

Si vas a consumirlas inmediatamente, se conservan a temperatura ambiente varios días. Para mayor tiempo, puedes mantenerlas en el frigorífico hasta tres semanas. Atención: puedes congelar los granos separados (y preparar cuando quieras un sabroso granizado).

Es rica en minerales, donde destaca el potasio, además de fósforo, manganeso, calcio, hierro y magnesio. Contiene vitaminas C, B1 y B2, en pequeñas cantidades. De gran contenido en agua, su valor energético es bajo.

  • Propiedades de la granada (Por 100 gramos comestibles)
  • Energía (kcal): 31,83
  • Proteínas (g): 0,70
  • Grasa (g): 0,10
  • Hidratos de carbono (g): 7,50
  • Colesterol (mg): 0,00
  • Fibra (g): 0,20












Es una superfruta por su poder antioxidante. Ayuda a mantener la piel sana y frena su envejecimiento. Favorece la circulación y reduce la presión arterial, ayudando a prevenir enfermedades del corazón y mantener buena salud cardiovascular. Además, es muy diurética, favoreciendo la eliminación de agua y sales.

granado

Las semillas de amapola, como el resto de semillas, son alimentos fáciles de ingerir y asimilar por el organismo. Las de amapola, además, tienen un efecto calmante de los nervios. Gran fuente de calcio, alto contenido en hierro y vitamina A con efecto antioxidante y protector de la piel y el cabello.

Puedes utilizar cualquier tipo de leche y para aportarle mayor dulzor, azúcar moreno o dátiles... de los que soy fan. No hay batido o zumo donde no incluya uno. Aportan gran variedad de minerales como el hierro y el magnesio, y también vitaminas en su mayor parte del grupo A y B.

Rico, sano, de temporada... ¿quién da más?







sábado, 18 de octubre de 2014

Desmitificando... Te haces vegana, pero eso es muy caro, ¿no?

Reconozcámoslo, las leyendas urbanas, los mitos y las fantasías nos gustan mucho, muchísimo. En temas desconocidos alcanzamos unas cotas de imaginación que me río yo de los peces de colores. Desbordamos... Creemos lo que oímos, lo que nos cuentan, lo que imaginamos... Y lo reproducimos como verdades absolutas. Entre esos axiomas de la clarividencia se encuentran los relativos a la vida vegana.


Dime que comes

Y digo vida vegana ya que rechazamos, las personas veganas, tanto el consumo como la utilización de productos de origen animal en todos los ámbitos, al considerar un horror el trato como mercancía, como industria, a los animales no humanos. Desde el de dónde vas a sacar las proteínas (si sólo las encuentras en los animales, te lo digo yo que soy nutricionista por la gracia del espíritu santo y los documentales de La2), hasta el vas a morirte de hambre porque no vas a comer nada (si eliminas los animales de la dieta, ¿qué es lo que queda?, nada. Todo el día comiendo lechuga. Te vas a cansar, te lo digo yo, es una moda pasajera que te ha dado). 

Entre toda la amalgama de pensamientos preclaros (mitos, leyendas, fantasías) del común de los mortales, aparece la del dinero: ¿te haces vegana con lo que cuesta eso? Bueno, desmitifiquemos...

Llevo meses indagando, buscando, investigando... porque antes de ser vegana no lo era y también creía en las leyendas, los mitos y las fantasías que rodeaban el mundo vegano. Bueno no, la del vas a adelgazar no la puedo creer ya que mi amigo vegetariano ¡no tiene nada de sílfide de el lago de los cisnes! Al motivarse mi decisión por cuestiones morales (tanto hacia los animales capaces de sentir como hacia las tres cuartas partes del mundo que se mueren de hambre para que yo, privilegiada del primero, pueda comer un filete de vaca), me daba un poco lo mismo lo caro o barato que pudierse resultar con relación a seguir participando en la orgía de la industria cárnica (un nombre muy bonito y muy aséptico en la misma onda que daño colateral).

Tomo las ideas de la página Gastronomía Vegana, ¡qué haría sin ella y sin tantas otras páginas en tanto a recetas, ingredientes, trucos, consejos!... Ser vegana-o es barato, asegura en el artículo dedicado a desmitificar esta leyenda. ¿Y por qué es barato? La respuesta nos come, siendo las legumbres, cereales y verduras la base de nuestra dieta. Resultan más baratas que la carne, el pescado y el marisco. ¿Cuánto cuesta 1 kilo de garbanzos, o cualquier otra legumbre? Menos de 1 euro. Recordemos que las legumbres constituyen el pilar básico en la ingesta de proteínas (existe la vida más allá de la proteína animal, sí). Imagina... no sólo podemos cocinar potajes sino también hummus, falafel, freírlos con verduras... ¡Con las legumbres podemos hacer hasta hamburguesas (para mí siempre filetes rusos)! Hay tantas legumbres como gustos y tantas maneras de preparar las hamburguesas como colores. Se trata de investigar.

Los alimentos preparados son más caros que si los preparamos en casa, veganos o no. Comer fuera es más caro que llevarse el tuper al trabajo. Es una cuestión de economía doméstica, en los tiempos que corren y los presupuestos con que contamos, hemos llegado a hacer verdaderos milagros, de tiempo y de dinero. Siempre encontraremos a aquellas personas, veganas o no, que compran productos preparados, que tiran las sobras... Al microondas o a la sartén y listo y lo que sobre a la basura. Es caro, por supuesto... En sus manos se encuentra la solución.


Hola Vegan


Recomendaciones básicas para ahorrar de manera sana y sencilla:

  • Fuera las comidas preparadas. Si no sabes hacer algo, en internet encuentras hasta tutoriales en vídeo, páginas excelentes, cursos presenciales...
  • Crea tus alternativas, cambiando un ingrediente ya tienes una comida diferente.
  • Ahorra tiempo al preparar las comidas, al comprar. Planifica el menú semanal, tan sólo le dedicarás 15 minutos. Compra en tiendas orientales, árabes e hindús y frutas y verduras de temporada, ahorrarás. En invierno compra verduras congeladas.
  • Prohibido tirar las sobras. Un poquito de arroz de un día con legumbres de otro pueden convertirse en una buena guarnición. Que sean sobras no significa que esté malo. Lo que no sepas aprovechar, congélalo (todo excepto las patatas, se quedan acartonadas).
  • Compra con moderación: ni más ni menos de lo necesario
Espero haber desmitificado al menos en parte la leyenda...
El próximo día veremos productos que podemos crear en casa y lo que ahorramos con ello, cocinar como para una boda y congelar, que se ahorra en tiempo y en dinero, entre otras cositas... ¡Buen fin de semana!

Ir a Diario de una vegana muy verde
Ir a Recetas
Ir a Diario de @Veganaverde
Ir a Aprendiendo

miércoles, 8 de octubre de 2014

Treinta y cuatro días

No. No fue el desamor, ni el hastío, ni la falta de deseo. No fue la distancia, no. No fue el pasar de los días, ni del tiempo. No fue el no tener ya nada que ver. No fue el olvido, ni el no echar de menos.

Siempre nos quedará París...

No fueron las copas, ni los restaurantes caros, ni los ambientes carentes de cualquier interés. Las conversaciones carentes de cualquier interés. No fueron las compañías vacías, insanas, insípidas, incoherentes, in... no.

No fueron las largas melenas, ni los tacones de diez, ni los sujetadores anunciados por aquella actriz. No fueron los ojos de gata, ni las planchas de pelo, ni el láser por doquier. No.

Fue algo más sencillo. Más sencillo que todo eso. Más sencillo que la vida y que sus pensamientos. La cuestión material. La maldita e incuestionable cuestión materia.

Treinta y cuatro días. Sin derecho a la prestación por desempleo. Matrimonio en gananciales. Ni siquiera el subsidio de cuatrocientos veintiséis euros.

Le corresponde nada. A él las copas, los restaurantes caros, las largas melenas, las conversaciones insípidas, el glamour, las putas a la hora de comer... A ella la nada. Treinta y cuatro días. La realidad. La vida. Y la cabra.

martes, 7 de octubre de 2014

Mi primera compra vegana

¡Por fin!, pensaréis. Cierto ciertísimo, sostengo. El sábado por la mañana se torció y por la tarde trabajaba. Imposible el reto. Ayer rebusqué en el baúl de las excusas, ni una en un rincón. Llamé a mi madre, ah no, que ya tiene wassap. Wassapeé a mi madre, oye ma, que si te vienes el lunes a hacer la compra vegana. Y nos fuimos. Elegí La Biotika, una ecotienda restaurante, el más antiguo de Madrid, con multitud de productos naturales y ecológicos para preparar mis nuevas comidas.

mi primera compra vegana
Llamaron mi atención el cuenco con agua y la argolla para dejar a los perros fuera, un "yo me quedo aquí", y las cestas de mimbre. La mía rebosaba...

La ecotienda ofrece todo tipo de productos ecológicos frescos, dietéticos y de herbolario. Una muestra de ello son el pan integral, galletas, bizcochos, pastas, productos orgánicos como algas, pasta, legumbres, cereales o frutos secos, productos precocinados frescos como hamburguesas, salchichas, tofu, seitán, empañadillas..., sin olvidar otros productos dietéticos y complementos.

Buenos días, me cambio a la vida vegana y necesito ayuda. ¿Qué compro?
Aquí todo es vegano salvo los quesos y las leches, puedes comprar lo que quieras.
Ya, pero como no tengo ni idea de nada, necesito que me digas...

Y me dijo, cuando dejó de entrar y salir gente, ¡menudo movimiento! La soja texturizada mejor fina, empieza con el alga wakame y luego ya vas incluyendo otras, el tempeh este macerado que tiene mejor sabor y ya te vas acostumbrando, semillas para germinar estas otras, y mira en youtube un tutorial de cómo hacer una germinadora casera, la que vendemos es de plástico y no me gusta...

En fin, me llevé media tienda y de regalo dos croquetas recién hechas, riquísimas. Aprenderé a hacerlas, ¡lo prometo!




lunes, 6 de octubre de 2014

Olvidar(te)

¡Olvídate de mí!

Creo, y por creer sostengo, ya no hay recuerdos que olvidar. Es como si la cabeza hubiese eliminado los últimos seis años. No quedan recuerdos. Ni risas. Ni luz. Sólo vacío. La Nada.

Una puerta (sin pomo) cerrada.

Será la vida que me protege. Para no echar de menos. O para no echar de más. O directamente para no echar.

Buenas noches niños perdidos...

viernes, 3 de octubre de 2014

Confesiones de una vegana muy verde 2 1/5

¿Que por qué estoy tardando tantísimo en comenzar de una vez (más allá de cambiar leche de vaca por leche de soja, ídem con los yogures y comprar un paquete de tofu con el que aún no sé qué hacer)?

Primero porque me da susto y miedos múltiples todo lo que tiene que ver con comenzar algo nuevo. Por si no sé, o se me da mal, o tantas y tantas tonterías ahora que lo pienso. Carne de psicoanalista, cuando tenga dinero. Coraje y dinero.

Y dos, la cuestión material: antes del verano participé en una campaña de papeles con especias para pollo. De esas que te envían a casa mil muestras y por más que repartas te siguen quedando mil. Igualito que la leyenda bíblica. Compré como una granja entera, literal, y llevo comiendo pollo a destajo desde que decidí pasarme al mundo vegano. En serio, a destajo.

Very cool photo blog

Ahora que ya queda algo menos de un cuarto de granja en el congelador he decidido personarme en una tienda vegana. Soy más de internet -vagancia absoluta y ahorro de tiempo-, pero ¿qué compro? ¿QUÉ COMPRO?

Quiero elaborar mi propio queso y hamburguesas y ¡mantequilla! y quiero un molde para hacer hamburguesas y un cacharro mágico que convierte los calabacines en espaguetis. Quiero aprender a cultivar germinados, seitán, tempeh, pan de cereales y saber de una vez qué es la soja texturizada y cómo se cocinan las algas. ¡Lo quiero todo!

Necesito una cara amigable que sepa canalizar este "en serio, ni idea, ayuda por favor", que me acompaña cada día. Pez, pez me siento, pez soy. Pez así tipo padre de Nemo. O Dori... mi Dori...

Rizamos el rizo. Busco tiendas... Y pienso hacia mis adentros la suerte que tengo de vivir en la capi del reino aún resultándome todo tan, tan difícil... No me imagino en un pueblo de Cuenca. O en Cuenca misma.

En fin, que busco tiendas. La primera de la lista, en la misma calle, misma acera, a tan sólo unos números del portal donde vive la abuela de mi ex (cómo suena, mi ex... suspiro). ¡Ya es casualidad! Para ahorrarme un disgusto gratuito y sin sentido, decido buscar otra. Mismo barrio, sí, pero al menos con varias calles de por medio. Se agradece. Además, la recomiendan -en una de las quinientas páginas que he visitado estas semanas- por si quieres comprar materia prima y cocinarla, que de eso se trata. Cocinar... Voy mañana bien temprano. No sé si llevarme el carro de la compra... La semana que viene os cuento el periplo...